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“UNA SITUACIÓN GLOBAL EN EVOLUCIÓN”

Por Benjamín Colamarco Patiño

Durante los últimos siete años, Panamá y América Latina han estado atravesando por procesos que van marcando cambios en las relaciones y correlaciones socio-políticas, culturales y económicas, que se expresan multidimensionalmente. Ha habido crecimiento económico, pero hay inequidad, corrupción, autoritarismo, discriminación, prejuicios, etc., y esto no puede corregirse con las viejas ideas y menos con los métodos habituales del siglo pasado. Lo que estamos viendo es el reflejo aumentado de las manifestaciones de descontento de los ciudadanos frente al estado de situación que les toca vivir y que les resulta insatisfactorio.

La aguda crisis sistémica en que nos encontramos, también pone en entredicho la Democracia y su capacidad de ajuste y arreglo en relación a los factores internos que presionan desde la diversidad de intereses y expectativas. Pero hay una nueva dinámica y protagonistas en esta relación, los movimientos sociales no son estructuras burocráticas, sino coaliciones informales de múltiples grupos, organizaciones y sectores de la población, lo que ha producido una nueva estratificación y en consecuencia, una micro-segmentación de sus expectativas.

En América Latina y Panamá no escapa a ello, en estos últimos años, no hay una sola semana en que no aparezcan denuncias de todo tipo, crispaciones, abusos e indolencias, a lo que no es ajeno el aumento en el costo de la vida, el desbordamiento de la inseguridad; la crisis en la atención de salud y en la educación, la disminución de las capacidades productivas. Esta situación se ha traducido en malestar para con sus gobernantes y protestas. “Queremos menos despilfarro, cuando aún hay un gran déficit de viviendas y hay limitaciones para el acceso al agua potable”, decía un manifestante en la calle en Brasil hace pocas semanas.

El motor es el dolor y sufrimiento sobre todo, de los sectores más desprotegidos y vulnerables de la sociedad, pero también de una amplia clase media, que asume su fortaleza como factor sociopolítico determinante y que tiene conciencia de los riesgos que el enfriamiento de la economía, la corrupción y el alto endeudamiento implican para nuestros países.

Pero también debemos hacer otras consideraciones, los cambios tecnológicos, el aumento de la esperanza de vida, la velocidad e intensidad de los cambios, impactan en segmentos de la sociedad que viven con aprensión estos cambios que pueden afectar sus actuales estándares de vida; por ejemplo: el creciente temor a la pérdida de empleo por la globalización y automatización de los trabajos. Como sociedad sabemos que la globalización trajo aparejado mejoras en los niveles de vida en el mundo, pero hay segmentos, grupos que se sienten discriminados y afectados por esta situación.

Al parecer en momentos de crecimiento la mayor parte de la población no se cuestiona tanto la manera desigual en que esas ganancias fruto del crecimiento se distribuyen desigualmente. Sin embargo, en momentos de crisis los costos también se distribuyen desigualmente, esta vez de manera inversa, y los más vulnerables (trabajadores informales, obreros, profesionales de capas medias), pagan los más altos costos. Lo que estamos viviendo con estas manifestaciones es una reacción de descontento frente a esta distribución desigual de los costos.

Los desequilibrios producen crisis y las crisis producen frustración, dolor y sufrimiento en la gente. Desde la inmolación del trabajador informal en Túnez en noviembre del año 2011, estamos asistiendo a otro punto de inflexión en el devenir histórico de la humanidad, podríamos hablar de un cambio de época, en el contexto de una situación global en evolución, con nuevos espacios virtuales que ponen a la plaza en el ciber espacio global en tiempo real, con una viralidad inusitada; que transparenta todo a toda hora y así, las personas se auto organizan utilizando las redes sociales de acuerdo a sus demandas, preocupaciones y necesidades.

Cada día más, las personas son sujetos activos del cambio social, los crecientes movimientos sociales lo atestiguan. Hay razones compartidas para la protesta: despilfarro, exclusión social, desigualdad.

Todos luchan por servicios públicos eficientes; por un sistema de transporte que funcione; una escuela que además de acogerles les enseñe con calidad; una universidad moderna, viva, que les prepare para el trabajo futuro y el emprendimiento. Quieren viviendas dignas, empleos adecuadamente remunerados y un sistema de salud eficiente, que los prevenga de las enfermedades, donde sean tratados como personas, y también quieren que no haya mortalidad infantil.

Puedo conceptuar que a la luz de este análisis, existe un denominador común, un propósito de acción: construir caminos en pos de la JUSTICIA SOCIAL.

En fin, se exige a los Gobiernos más transparencia, más responsabilidad y menos megalomanía.

Como diría el pensador Carlos Matus: “cuando los médicos no aciertan aparecen los brujos, y en política pasa lo mismo, cuando los políticos no saben interpretar las demandas de sus pueblos y los desafíos del momento, entonces aparecen los charlatanes, los populistas y los pretendidos mesías”. Esta situación demanda un profundo llamado de atención a los Políticos y al sistema político.

*El autor es Doctor en Economía, ex Ministro de Estado y ex Vice-Presidente del PRD.

Panamá, 13 de febrero de 2018

“CINTA COSTERA, FASE 1: LOS HECHOS”

*Por Benjamín Colamarco Patiño

El día 15 de junio de 2007, cumpliendo con  la Ley 22 de Contrataciones Públicas, se llevó a cabo la licitación pública por mejor valor para el ESTUDIO, DISEÑOS, CONSTRUCCIÓN, FINANCIAMIENTO Y MANTENIMIENTO del Proyecto Cinta Costera y Nueva Vialidad (Fase 1).

Nombramos una Comisión Evaluadora integrada por 7 destacados profesionales independientes, siendo ellos: El Rector de la UTP, Ing. Salvador Rodríguez, quien la presidió; el Presidente de la SPIA en ese entonces, el Ing. Martín Isaac Donderis (Q.E.P.D.); el ex Procurador de la Administración Dr. Feliciano Olmedo Sanjur; el ex Presidente de la SPIA  Arq. José Batista; el Ing. Mario Conte; la  Magister Aracelly Méndez y el Ing. Héctor Castillo, quienes  deliberaron libres de toda presión, en la sede de la U.T.P. haciendo las ponderaciones contempladas en el pliego de cargos.

En estricto apego a la Ley y a los procedimientos, con absoluta independencia, la COMISIÓN EVALUADORA hizo la evaluación correspondiente, asignando la puntuación ponderada a cada licitante, comunicación pública hecha en la sede de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP).

El acto fue positivamente ponderado públicamente por su transparencia. Tan es así que en un artículo publicado en un diario de la localidad, el Señor Roberto Eisenmann escribe: “…el hecho positivo es el informe de la Comisión Evaluadora de la licitación de la Cinta Costera (fase 1), que dio como ganador al consorcio Odebrecht/CUSA… hay que felicitar la objetividad e independencia de la Comisión Evaluadora y al Ministro y Viceministro del MOP, quienes nombraron un grupo respetable de profesionales y lo dejaron deliberar independientemente” (20 de julio de 2007).

El 21 de octubre de 2007, se presenta a escrutinio público con una participación ciudadana de más de 500 personas, el proyecto y el estudio de impacto ambiental.

Los trabajos de construcción se iniciaron el día 5 de diciembre de 2007.

Los destacados Arquitectos paisajistas panameños, Boris Aguilar y Alberto Arosemena, desarrollaron y supervisaron los diseños de parques, jardines, kioscos, paseos y amenidades.

Los Ingenieros de la OPE/MOP; los ingenieros residentes de la obra; los ingenieros de la Dirección de Ingeniería de la Contraloría, inspeccionaron meticulosamente su ejecución y firmaron las cuentas por avance de obra, presentadas a los bancos privados (de Japón y EEUU) que financiaron el proyecto.

Se construyó la escollera rellenando 33.3 hectáreas de fondo de mar, para obtener una superficie ganada de trescientos treinta y tres mil metros cuadrados (333,000 m2).

Se instaló bajo el relleno, la interceptora madre del Saneamiento de la Bahía de Panamá (construcción de cámaras de inspección, salas de bombas, respiraderos, etc.)

Se construyeron los dos viaductos sobre pilas e intercambiadores hacia la Avenida de los Mártires y la Omar Torrijos, y el otro hacia la Vía Israel y el Corredor Sur; también el puente sobre el río Mataznillo y el empalme hacia Punta Paitilla.

La inversión total en la Obra Cinta Costera y Nueva Vialidad, fase 1, fue de $180.1 millones de dólares, que incluye, si mal no recuerdo, $10.5 millones de dólares del Saneamiento de la Bahía de Panamá, por las facilidades soterradas en la fase 1. También se pagaron $9 millones de Balboas del ITBMS.

En cuanto al costo, durante la Administración Torrijos, el mismo se mantuvo, sin aumentos; la Cinta Costera (Fase 1) terminó en junio de 2009, con el mismo valor con que se adjudicó, incluyendo los costos financieros.

El Proyecto de CINTA COSTERA y Nueva Vialidad (fase 1), es una obra pública que mejora sensiblemente la red vial, esencialmente, es un proyecto que recupera y crea espacios públicos para la gente, áreas verdes, parques, canchas y un ambiente saludable y abierto.

He de decir que disfruto mucho pasar por ese emblema, ya un “ícono” de nuestra Ciudad Capital y ver a miles de panameños y visitantes con sus familias dándole uso y valor a una obra que orgullosamente es de todos.

*El autor es economista y ex Ministro de Estado

Panamá, 7 de enero de 2017

“SOBERANÍA VULNERADA”

*Por Benjamín Colamarco Patiño

“Quiera el cielo que sean pocos los que continúen vueltos de espaldas a la Patria”, sentenció José Martí, pensamiento que viene a mi memoria por la observación de una disminuida capacidad soberana del Estado panameño, a través de su Gobierno, para hacer valer los intereses nacionales y los valores de la República y enfrentar con inteligencia, espíritu patriótico y la resolución templada, los embates de determinadas potencias y organizaciones, que, por decir lo menos, atentan contra preceptos constitucionales básicos, las leyes nacionales y los fundamentos del Derecho Internacional Público.

Lo más preocupante es que los efectos de esta situación, recaen indistintamente sobre ciudadanos, trabajadores panameños, que ven la fuente del sustento de sus familias en peligro, mientras que incluso algunos ya han perdido sus empleos, en circunstancias difíciles y complejas, con un Gobierno que no se da cuenta que hay señales de cuidado por doquier, que la economía se ralentiza y las capacidades productivas en importantes sectores, reflejan los impactos de una incipiente desestructuración por falta de políticas públicas coherentes y claramente definidas, todo sumado al excesivo “burocratismo”.

La República no puede soportar el maltrato y la incompetencia de sus más altos funcionarios, no podemos permitir que nuestras ventajas comparativas y competitivas como país, con una privilegiada posición geográfica, se vean mermadas por antojadizas disposiciones del Gobierno Colombiano, en contravención de sendas resoluciones de la OMC.

No podemos permitir que otros países u organismos internacionales, fuera del sistema de la ONU, nos impongan obligaciones y límites no determinadas por la legislación panameña.

No podemos permitir que medios de comunicación nacionales, incluso el periódico más antiguo del País: “La Estrella de Panamá”, considerada como “patrimonio histórico nacional”, en cuya redacción dejó la vida mientras escribía una crítica cáustica contra los que ofendían el sentimiento nacional, el insigne periodista y poeta Gaspar Octavio Hernández, se vean amenazados por decisiones “administrativas” del Departamento del Tesoro de los EEUU.

No podemos permitir que se pretendan revivir en pleno siglo XXI, las anacrónicas políticas intervencionistas, las pretensiones neo-coloniales maquilladas hoy con pretextos utilitaristas de doble moral, que viola el principio de justicia, del debido proceso, del sistema de garantías y de imparcialidad. Pero sobre todo, vulneran la soberanía panameña en el sentido más amplio de su acepción, y tal menoscabo desdice más del interés del Gobierno de asumir una actitud políticamente alineada con el fortalecimiento del bien supremo de la Patria, que es su dignidad y la defensa de sus más caros intereses, íntimamente ligados a quienes nacidos en esta tierra, aspiramos a la esperanza del bienestar y el progreso.

* Economista, Ex Ministro de Estado y Ex Vicepresidente del PRD