política

Sin ideología y sin propósitos compartidos, no hay Partido

En el contexto de la situación actual del PRD, algunos luchamos por transformar las condiciones en las que hemos quedado, con la plataforma del Partido sin capacidad de recomponerse, carentes de liderazgo colectivo, faltos de visión estratégica y divorciados de nuestros principios e ideología, mientras hay quienes piensan (egocentrismo “mesiánico”), que ya son “nuestra propuesta presidencial para el 2019”, sin darse cuenta que sin un partido que haya emprendido el camino de la reforma y la regeneración Revolucionaria y Democrática, que nos vuelva a posicionar en el punto de equilibrio que la sociedad demanda, propiciando un nuevo pacto social, coherente con los principios del Torrijismo y con una amplia visión de país, toda aspiración individual será prematura e inconveniente a la vista de propios y extraños.

Estemos claros: ¡Sin Partido y sin claridad programática, no hay victoria!

 

Del Partido de Ideales al Pragmatismo Fenicio

Al calor del Proceso Revolucionario, con el liderazgo de Omar Torrijos, promotor de amplias alianzas y gestor de transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas, en 1979 se funda el PRD, como organismo político nacional, comprometido con la preservación y profundización de las conquistas sociales y sobre la soberanía nacional que se han logrado en Panamá.

Pero, paulatinamente, durante los últimos años, el PRD ha ido transformándose en un organismo pragmático – clientelista y gradualmente se ha desideologizado.

Los resultados de las elecciones del 4 de mayo pasado  nos indican la necesidad volver a un cauce que nos permita recuperar nuestros ideales y establecer una efectiva conexión con la sociedad y los electores.

Muchas pueden ser las razones de la derrota.  No pretendemos detallar todas las causas ni todos los efectos de lo ocurrido, pero sí un compendio de situaciones que nos puedan servir para un análisis más preciso de la realidad.

Los problemas de la campaña y el Partido:

  • Incapacidad para crearle viabilidad política a alianzas partidarias sólidas y bien estructuradas.
  • Debilidades en la capacidad de procesamiento y análisis estratégico (de valor) de la información y los datos.
  • Inexistencia de un sistema “sensor” (como los aparatos detectores de humo en los edificios) que pudiera advertir posibles contingencias a una SALA DE SITUACIONES (que no se estructuró).
  • La Campaña tuvo dificultades para lograr definir y estructurar decisiones estratégicas y tácticas. Nunca se hicieron análisis tecno-socio-políticos de los escenarios; peso de los actores, entorno, problemas relevantes, acumulaciones, flujos, datos medibles, etc.
  • El Jefe de Campaña, falto de experiencia, pasó problemas para implementar y dar seguimiento a las decisiones. Se respiró durante toda la campaña un ambiente de improvisación.
  • No hubo un equipo analítico que recomendara las posturas sobre temas críticos como Partido.
  • Los asesores internacionales desempeñaron un papel confuso, divorciados de la realidad y del contexto panameño, y además intervinieron en temas operativos, descartando los equipos nacionales.  No entendieron la necesidad de crear a tiempo una plataforma informática sólida, funcional, abierta, descentralizada y segura, que sostuviera el sistema de información, una BASE ÚNICA DE DATOS y la construcción del PADRÓN DE MOVILIZACIÓN, sistémico, geográficamente referenciado (parcelas geográficas), vinculado a los centros de votación.
  • No se activaron integralmente las estructuras del Partido ni sus cuadros dirigentes institucionales e históricos, ni fueron incorporadas en tareas específicas dentro del plan general de campaña, tanto a nivel territorial (geográfico) ni local, ni nacional.
  • La gestión estratégica de campaña nunca logró que funcionara un soporte técnico político organizativo que articulara y coordinara el desarrollo de las acciones y les diera asistencia para poder lograr que aumentara el sustento o la adhesión a los 3 ejes, ángulos o vértices que constituyen el triángulo de las adhesiones: a) el candidato; b) la base ideológica y de tradición que sostiene el partido y c) el programa de Gobierno que se le presentaba a la Sociedad (Plan de Todos).
  • Nos quedamos cortos al considerar los procesos mentales, los límites cognitivos y las expectativas reales de los votantes.
  • La organización del PRD se percibió débil y fraccionada. No hubo buena comunicación entre las estructuras de campaña, las del partido y las del territorio.
  • Nunca se resolvió realmente ni el sectarismo ni cierta “arrogancia” excluyente a lo interno de los grupos en el Partido (“Ola azul vs. los otros”). Tampoco se logró integrar totalmente los diversos grupos o corrientes internas.  Con cierta regularidad se desdeñaron la experiencia y las acumulaciones de altas personalidades del PRD.
  • En el “juego social”, los adversarios nos mantuvieron siguiendo las jugadas que ellos ponían sobre la mesa. Nosotros apenas reaccionamos tratando de neutralizar las jugadas del adversario, sin planificar conforme a nuestra estrategia, para anular la jugada del adversario y ejecutar nuestra propia jugada sobre la mesa.
  • No hicimos mucho para descalificar, neutralizar y opacar la campaña de J.D. Arias (Mimito, CD), quien se autodefinió por algo que no es. Por otro lado, descuidamos el seguimiento de las acciones de Varela y su alianza. Varela logró venderse como un candidato más genuino y comprometido.
  • Nuestra personalidad institucional e identidad partidaria se fue desdibujando, hecho que, entre otros, nos ha conducido a transitar desde Partido Político con propósitos, valores, ideología y doctrina claramente definidos (Torrijismo, Socialdemocracia, ubicados en el Centroizquierda democrático), hacia lo que yo llamo “club electoral” ultra pragmático, desideologizado, enfocado en lo táctico electoral y no en construir, desde la base, la idea de nuestra capacidad de gobierno para gestionar el cambio social, identificar y procesar problemas relevantes, intervenir en la realidad y transformarla en la dirección de nuestros principios y objetivos programáticos.
  • No se logró revitalizar nuestra alianza histórica con los dirigentes del CONATO, con quienes nos vincula una historia que se fortaleció desde 1973 (cuyas bases surgen con el Código de Trabajo aprobado por el Gobierno Revolucionario en 1972) y con los compromisos surgidos del Primer Encuentro Obrero de 1978, en presencia de Omar Torrijos. Su incorporación como núcleos de adhesiones y de movilización, como actores coadyuvantes en la construcción de una alternativa creíble y socialmente amplia y justa, fue desdeñada por la Jefatura de Campaña.
  • Se quedó corta la construcción de alianzas con otros grupos de la sociedad y con otros organismos políticos independientes debido  a la falta de canales de comunicación directos y funcionales con la dirección de Campaña y por la falta de incentivos de participación en la definición de contenidos adecuados para sumar adhesiones a nuestra propuesta.
  • Los voceros designados de campaña, parecían desarticulados y en muchas ocasiones dieron la impresión de estar improvisando, faltos de entrenamiento, base política y guía.
  • Nuestro Candidato a la Presidencia, no logró reflejar claramente los valores que la sociedad demanda.  Se percibió cierta falta de contundencia y determinación en el discurso. La expresión corporal de nuestro candidato, generó desconfianza en algunos estratos de electores. Las opciones y las PROPUESTAS que se plantearon, fueron muy diluidas e imprecisas.
  • Las comunicaciones, “cuñas” publicitarias y la propaganda, fueron una debilidad durante toda la campaña.
  • No se logró que las estructuras de campaña, de circuito y de corregimiento se integraran totalmente.  Aunque se definieron los organigramas para cada instancia, no se logró constituir equipos de trabajo funcionales, con el agravante de que no se invitó, ni se les entregaron tareas específicas ni a los Directores, ni a los Delegados nacionales del Partido, ni a las personalidades del Torrijismo, presentes en las áreas.
  • No se logró controlar las fuentes de FRICCIÓN internas durante la Campaña, ni en el CEN.
  • Perdimos la conexión con los electores.

 

Pero hubo elementos sustantivos que afectaron “mortalmente” la campaña, a saber:

  1. Un manejo inadecuado de la reunión “casual” en las oficinas de Mello Alemán, en la que se encontraron JCN y RM. Ese manejo inapropiado, generó altos niveles de desconfianza respecto de nuestro candidato en el electorado identificado con la oposición.
  2. Las contradicciones a lo interno del CEN y en algunas instancias y corrientes del Partido generaron la percepción de división  interna y sectarismo, que nunca fue subsanada.
  3. El enfrentamiento directo contra RM, para posicionar a JCN como líder de la oposición democrática, se quedó corto por faltarle consistencia y el complemento de planteamientos con contenidos diferenciadores y propuestas alternativas directas, bien estructuradas en un discurso positivo, firme y claro, con esperanzas de futuro que se “conectaran” con la gente.
  4. El manejo del “caso” Messina – Pineda, la situación en San Miguelito, en vez de lograr distanciarnos, metió al Partido y a la Campaña en una vorágine que afectó sumamente a nuestra imagen.
  5. El proceder en la Asamblea de algunos miembros de la bancada PRD, en diversos temas de interés nacional impulsando leyes impopulares propuestas por el gobierno (verbigracia las impuestas reformas electorales) las cuales afectaban a los ciudadanos. Más que opositores, algunos parecían diputados oficialistas. De hecho, muchos catalogaban la forma de hacer oposición del PRD (CEN, y diputados) “demasiado cariñosa” por no decir nula.
  6. Nunca pudimos quitarnos de encima la “sospecha” de que había “tratos” con Martinelli lo que consciente o inconscientemente se relacionaba con la reunión en las oficinas de Mello Alemán.
  7. La campaña del Panameñismo, logró colocar bastante bien que el “circulo 0” de RM, era el mismo, con los mismos intereses que el de JCN.
  8. Todas estas divisiones y ambigüedades mandaban mensajes confusos a los votantes, más los errores de la campaña en cuanto a  que un día hablaban de “paila llena”, otro de cadena perpetua y cárcel para los menores (temas, estos últimos, que riñen con nuestros principios), después cambiaban de “slogan” sin decidirse por un norte claro en que enfocarse, dieron al traste con las aspiraciones presidenciales del PRD.
    Además, durante los debates nuestro candidato Navarro hablaba en modo de cuña, es decir, le preguntaban sobre algún tema y respondía apelando a las emociones de los votantes como si se tratara de una cuña, con “consignas” y demás máximas “ensayadas” en lugar de exponer sus propuestas de manera natural, menos teatral, con más fondo y más creíble.Como ejemplo de esta situación, podemos referir nuestra posición en el Debate de la Cámara de Comercio, que fue errática y a veces anecdótica, confrontativa, histriónica, superficial y alejada de las expectativas y las esperanzas de los televidentes y los radioescuchas.
  9. El abandono de las banderas del Torrijismo, el alejamiento de nuestros símbolos y compromisos históricos, la falta de fe en nuestros cuadros, sustituidos por personas sin experiencia, “novatos” en política y ajenos a los postulados del PRD, también nos afectaron. No permitieron el necesario balance o equilibrio entre experiencia y juventud.
  10. El PRD, en estas circunstancias, abandonó la posibilidad de construir una alternativa política con un fundamento ideológico Torrijista, Socialdemócrata, amplio y de avanzada. La campaña prefirió el pragmatismo político, apostando por los recursos, para mantener la maquinaria electoral en movimiento, pero no pudo liderar un proyecto político creíble, renovador y progresista.
  11. La Campaña y el CEN no lograron o no quisieron responder de manera contundente al discurso y a la propaganda de los adversarios de que en “40 años no se hizo nada”. Frente a esta crítica, la dirección del PRD y nuestro candidato se mostraron incapaces de asumir una defensa de la historia del Partido y de las realizaciones de nuestros gobiernos, lo que los propios dirigentes de la Campaña vieron como una fuente de “problemas” más que como un crédito que debe enaltecer. Esto quedó muy claro en la publicidad y las banderas en que resaltaba el color azul y el nombre Navarro, sobre el tricolor, el 11  y el PRD.
  12. Nuestro Candidato, el Jefe de Campaña y el CEN, nunca reflejaron la consistencia de una fuerza moral tan necesaria en esta campaña.

Panamá, 18 de mayo de 2014

La Democracia Social

Desde la caída del Muro de Berlín y el advenimiento y desarrollo de la globalización, el mundo es radicalmente diferente al que tuvimos hasta 1989. Las referencias de entonces, los viejos modelos y esquemas de acción y los alineamientos de la época, quedaron atrás, podemos decir que hubo un parte aguas de la historia.  El mundo cambió, y también las correlaciones de fuerza en la GEO -política mundial.  Sin embargo, esos cambios, trajeron consigo sus propias contradicciones, tensiones, prejuicios e iniquidades.

Hoy, estamos asistiendo a otro punto de inflexión en el devenir histórico de la humanidad.  Desde HATO CHAMÌ, hasta BAHRÉIN, los pueblos están luchando por LIBERTAD; AUTODETERMINACIÓN; DIGNIDAD Y DEMOCRACIA. Propugnan desde sus respectivas realidades nacionales, por verdaderos cambios democratizadores.

Hay razones compartidas para la protesta: corrupción; autoritarismo; exclusión social y pobreza.

El origen de la protesta, procede de la realidad socio-política de cada país, pero sistémicamente se da en el contexto de una situación global en evolución, con nuevos espacios virtuales que ponen a «la plaza» en el ciber espacio global en tiempo real; que transparenta todo, a toda hora, formando redes infinitas de contactos, cada vez más difíciles de controlar o de bloquear por los Gobiernos.

En el norte de África y en el medio oriente, piden los mismos principios que en occidente y que en Soloy: libertad, igualdad, autodeterminación, responsabilidad, solidaridad, justicia social, sufragio universal, separación de poderes, transparencia…

Se trata, en suma, de VALORES; VALORES FUNDAMENTALES; valores compartidos, pero conforme las circunstancias objetivas de cada país y región. No es en abstracto la cosa, es concreta. No se trata hoy de seguir a líderes carismáticos, sino más bien es un liderazgo colectivo heterogéneo, más que una tendencia concreta, pero con claridad en cuanto a sus aspiraciones y reivindicaciones.

Es probable, que en un futuro próximo, se precise una plataforma política que fortalezca y amplíe espacios de expresión organizada y permanente.

En la red, aparecen, cada vez con más profusión, manifiestos y llamados a la “regeneración democrática para liquidar el clientelismo y devolver a la POLÍTICA su honradez, legitimidad y transparencia”, que se ha ido perdiendo, sumida en el oportunismo y la mediocridad de quienes ven en la micro-política, un medio para satisfacer sus apetitos personales y sus intereses, con la exacerbación del individualismo cuya motivación primera es el lucro y el asalto al poder por el poder mismo. Ya no hablan de ideologías, de proyectos ético-políticos, de la construcción de una sociedad ideal, todo queda reducido a un materialismo mercantil que ha desdibujado la verdadera esencia de la Política. Pareciera que estamos en el mercado, en un bazar, donde quienes dicen ser “políticos”, se venden, se compran, se cambian, sin reparo alguno y lo peor es que pretenden lo mismo de los electores: que se siga en ese mismo juego pernicioso. El nihilismo de nuestros tiempos pareciese que marca el paso.

Las consecuencias las sufre la gente en su nivel de vida y sus derechos.

A quienes vemos en la Política con mayúscula, la búsqueda constante del bien común, entendido como ampliación e igualdad de oportunidades y el logro del bienestar general que se alcanza por medio de la justicia social, nos corresponde en esta época de cambios e incertidumbres, reivindicar la verdadera esencia de la Política y nos exige una mirada honesta hacia los valores y el futuro.

Pues bien, desde esta perspectiva, se trata de reinstalar y desarrollar los valores, principios y objetivos de la DEMOCRACIA SOCIAL.

Es probable que estemos pensando que la Democracia Social, es un concepto que se explica por sí solo, pero en realidad, cada lector o actor político, hará una explicación en relación a su base de pensamiento y lenguaje.

El uso correcto de una palabra o proposición gramatical, estará determinado por el contexto al cual pertenezca, que siempre será un reflejo de la forma de vida y del pensamiento, de los que hablan o escriben.

La conformación de equipos humanos para el logro de objetivos comunes o para la materialización de un proyecto determinado, del tipo que sea, precisa un lenguaje común en el sentido más amplio de su acepción.

Para discutir acerca de la dirección o rumbo, es necesario conocer el vocabulario que establece el punto de partida general.

Así, lo primero que hay que establecer es un lenguaje común, que permita comprender y explicar los conceptos e ideas que identifican, precisan y le dan sentido a la DEMOCRACIA SOCIAL.

La DEMOCRACIA SOCIAL, no es un estado ideal sino más bien un ideal de lucha, una bandera que se agita desde la base de la sociedad.

Durante los debates de la Segunda Internacional (1889), la discusión, en línea general, no se centró en la construcción de un nuevo modelo radical como “estadio superior de la historia”, sino en luchar por mejorar las condiciones y oportunidades de vida de los trabajadores y de los estratos más débiles de la sociedad, desde la práctica política democrática. Es decir, que no se concebía la lucha como medio para establecer un nuevo y radical modelo de producción, sino como la profundización permanente de la democracia de origen liberal.

Podemos señalar que gracias al avance de las organizaciones políticas y obreras en las naciones europeas de más alto desarrollo industrial (Alemania; Inglaterra y Francia de finales del siglo XIX), las reivindicaciones  sociales y la lucha por la democracia política confluyeron en una indisoluble unidad. Así, la cuestión social es absolutamente inseparable de la Política y su solución está determinada y solamente será posible, en un Estado Democrático. De ahí la noción central de la idea de DEMOCRACIA SOCIAL.

Después de muchas discusiones y disidencias, en 1959,  se aprobó el “Programa de Bad Godesberg”, que marcó la reconciliación definitiva de los Socialistas Democráticos (reformistas) alemanes, con la idea de DEMOCRACIA SOCIAL.  A partir de este Programa, se puso como eje central, ya no una clase sino al “SER HUMANO como sujeto creador de su propia historia” y expresa que: “los socialistas luchan por una sociedad en la que cada ser humano puede desarrollar su personalidad en libertad”… “El Partido Socialdemócrata es el partido de la libertad del espíritu. Es una comunidad de seres humanos que provienen de las más diversas creencias y corrientes de pensamiento”.

Al mismo tiempo, reconocían la democracia parlamentaria como forma preferencial de gobierno y adscribían a los valores filosóficos y morales que dieron y dan forma a las políticas que conjugan avance social, igualdad de oportunidades, crecimiento y participación democrática.

Desde nuestra perspectiva, la DEMOCRACIA SOCIAL alude a un concepto que hace referencia a un régimen no excluyente, con niveles aceptables de ciudadanía social y derechos sociales garantizados, bajo la conducción de un Estado coordinador, activo y fuerte, en la dirección del bienestar general.

Se desprende entonces de esta idea, lo que denominamos un sistema de VALORES fundamentales: LIBERTAD; IGUALDAD; JUSTICIA y SOLIDARIDAD que consideramos interdependientes. Cada uno es requisito de los otros y conforman un conjunto indivisible de principios que se conjugan entre sí.

Queda claro que en muchos casos, es dudoso que los derechos fundamentales estén realmente vigentes y permitan aplicar los VALORES FUNDAMENTALES en la sociedad. No se trata de una cuestión teórica, sino de una puja social y de la relación de fuerzas entre distintos actores de cada país y región.

Es por ello que una teoría de la DEMOCRACIA SOCIAL, debe no solo considerar la constitución formal de un Estado, sino que también y sobre todo, debe verificar si las estructuras democráticas y los derechos fundamentales están efectivamente al alcance de cada ser humano.

Podemos decir que la Democracia Social está marcada por:

  • Derechos fundamentales en el ámbito social y económico.
  • Constitución de la sociedad conforme a los derechos y valores fundamentales, tanto en el plano formal como en el práctico.
  • Vigencia formal y aplicación real de derechos de libertad e igualdad de oportunidades.

Si hablamos de la Democracia Social como un modelo, como un posible sistema de coordenadas, es necesario conocer nuestro punto de partida y la situación de la sociedad, para definir, sobre la base de los valores fundamentales y los objetivos sociales, el rumbo político.

Como dijera Séneca: “NO HAY VIENTO FAVORABLE, SINO PARA AQUEL QUE SABE ADÓNDE VA”.

Si nos preguntamos la diferencia existente entre lo que los diversos sistemas reivindican y la realidad, habría que realizar un análisis teórico detallado de los respectivos modelos sociales, y comprobar, sobre la base de datos empíricos, en qué medida los países han logrado concretar efectivamente esas reivindicaciones, cuando se han orientado hacia determinados modelos.

El hecho que aumente la brecha entre la reivindicación y la realidad, es decir, entre lo que queremos y lo que tenemos, puede atribuirse en parte, como ocurre en nuestro país hoy, a una retórica engañosa (por ejemplo: para mantener el poder), que intenta “vender” (como quien vende productos vencidos en un supermercado)  algo que solo sirve a los intereses de pocos, como algo tendiente al bien común.

De ahí la necesidad de construir poder desde la base de la sociedad (poder social), que se sustenta en una teoría para la acción, que entrega herramientas, ciencia, ideología y método, para procesar tecnopolíticamente problemas, con una visión horizontal, trans-disciplinaria, no “departamentalizada”, ni por segmentos verticales.

El reto es empoderar a los ciudadanos para que ellos mismos, organizados, construyan ciudadanía y democracia.

El principio de acción debe ser la DEMOCRACIA SOCIAL. El objetivo es alcanzar un SOCIALISMO DEMOCRÁTICO a través de decisiones democráticas con amplia participación organizada de los actores sociales y realizar los derechos fundamentales en materia política, económica, social y cultural.

Ahora bien,   no hay una única llegada a la Democracia Social, pero sí valores y principios compartidos.

 “La DEMOCRACIA SOCIAL es un modelo de pensamiento de gran alcance, que no se conforma con una vigencia formal de los derechos humanos y las reivindicaciones sociales. Tampoco es una construcción filosófica alejada de la realidad. Ante todo, como modelo abierto, debe ser convincente al ajustar la brújula que orienta la acción política…”

“A través de diferentes instrumentos, esa acción permitirá lograr la más amplia aplicación posible de los derechos concretos de libertad y, de ese modo, también podrá hacer realidad los valores fundamentales de igualdad, justicia social y solidaridad”. (Manual de la Democracia Social; FES)

Es necesario apuntar que las realidades y contextos regionales tienen sus particularidades. Europa y los países industrializados del Norte, no son la AMÉRICA LATINA. Su desarrollo, idiosincrasia y evolución histórica, difieren de la de nuestros países y expresan hechos propios del contexto, los escenarios, las circunstancias y las hegemonías sociales y políticas que interactúan en determinados espacios de producción económica y social, vinculados a su proceso histórico y geo-político. La experiencia y evolución política que recogemos de Europa, de la Revolución Francesa (1789); de la Segunda Internacional (1889); del Programa Socialdemócrata de Bad Godesberg (1959), entre otros hechos, plantea el reto de adaptar los conceptos de la Democracia Social y los principios de la Socialdemocracia, a nuestra realidad Latinoamericana, reconociendo las particularidades de la región y el proceso histórico que la ha marcado.

Bajo esta premisa, habiéndose hecho trizas el “Consenso de Washington” y luego de la “reestructuración neoliberal” (si la podemos llamar así a la luz de los acontecimientos), a los partidos progresistas y a los que nos identificamos con la Internacional Socialista (IS), nos corresponde integrar lo que podemos llamar la variante latinoamericana de la Socialdemocracia, como alternativa que combine la Democracia Representativa con una economía (social) de mercado e iniciativas del Estado para reducir las desigualdades, ampliar los derechos sociales, fortalecer los valores fundamentales y promover la ciudadanía social.

Por último, sustentados en el sistema de derechos y valores fundamentales de la Democracia Social, queda claro que debemos reformar al Estado. No desde una concepción “tecnocrática”, sino desde la perspectiva de la construcción de la Democracia Social, tomando en cuenta el fortalecimiento de las capacidades (medios y fines) que le permitan aumentar su gobernabilidad, para enfrentar un mundo cada vez más complejo.

Hablamos, para entendernos de repensar al Estado, desde una visión que rescate el potencial trasformador de la política, debemos potenciarlo, capacitarlo, darle CAPACIDAD DE GOBIERNO para atender y resolver los históricos problemas que padecemos, en un contexto de globalización.

En este sentido, estoy convencido que necesitamos otro tipo de Estado. Un Estado que funcione como un sistema de concreción de alianzas tanto entre como en sectores dentro de ellas. Alianzas para el fin de lograr objetivos puntuales pero significativos, alianzas desde las organizaciones locales o comunales con autonomías relativas para procesar los problemas y superarlos desde la base.

El reto que se nos presenta como militantes de la Socialdemocracia latinoamericana, es encontrar los caminos para llevar adelante estas acciones de reforma. Es encontrar el modo en que podamos revolucionar el aparato público, para conseguir los resultados que legitimen y fortalezcan la democracia, para que se materialicen en la práctica los derechos y valores fundamentales.

Se trata, en suma, de rediseñar el Estado y las reglas del juego social, desde la perspectiva de la Democracia Social.

 

Benjamín Colamarco Patiño

Partido Revolucionario Democrático (PRD)

Panamá,  julio de 2011