Foro Regional: Centroamérica después de la crisis

“Consecuencias y lecciones aprendidas”                          

Comentarios Políticos por   BENJAMÍN COLAMARCO

La desigualdad extrema y la injusticia social en América Latina se manifiesta aún en un contexto donde la mayoría de nuestros países muestran altas tasas de crecimiento de sus economías en los últimos años, crecimiento que sin embargo, sigue beneficiando a un sector relativamente pequeño de nuestra sociedad.

 Veamos algunos datos:

  • La región registró un incremento del 6% del PIB y sale de la crisis global a un paso más acelerado de lo esperado. Medidas contra cíclicas adoptadas por varios países al inicio de la crisis han tenido un impacto positivo en el crecimiento económico. Podemos citar el ejemplo de Brasil, cuya economía se desaceleró durante los años 2007, 2008 y 2009 (4.8%) y tuvo una significativa recuperación de la crisis mundial, demostrado por su crecimiento de 7.7% en 2010.
  • Los países con el mejor crecimiento económico en el 2010 fueron Paraguay (9.7%), Uruguay (9%), Perú (8.6%), Argentina (8.4%) y Brasil (7.7%).
  • Políticas fiscales fortalecidas, medidas contra cíclicas, bajas tasas de inflación y sistemas de protección social en algunos países ayudaron a mitigar los efectos de la crisis.

No obstante,

  • La pobreza infantil en la región permanece en el 45%. Los países con los niveles más altos de pobreza infantil son El Salvador (86.8%), Guatemala (79.7%), Nicaragua (78.5%) y Bolivia (77.2%).
  • 24% de los niños en la región no habitan viviendas adecuadas, mientras que el 12.3% no tiene acceso a agua potable.
  • América Latina y el Caribe continúa siendo la región con la peor distribución de ingresos.

 

Con relación a Objetivos del Milenio (ODM1) que se refiere a la necesidad de Erradicar el Hambre y la Pobreza Extrema, podemos observar que:

  •  La pobreza monetaria se mantuvo constante con relación al 2009. En la actualidad se mantiene en el 32.1% (180 millones), mientras que la pobreza extrema se mantiene en 12.9% (72 millones). Los países con los niveles más altos de pobreza monetaria (Bolivia, Guatemala, Honduras y Nicaragua) tienen también los mayores niveles de pobreza multidimensional.
  • La desnutrición afecta a la mitad de los niños guatemaltecos, entre un cuarto y un tercio de los niños en Honduras, Ecuador, Haití, Bolivia y Perú, mientras que la desnutrición infantil está por debajo del 3% en Chile.

Sin lugar a dudas, la recesión mundial ha impactado nuestra región, pero también podemos colegir, que, considerando individualmente cada país, la previsión y la toma de decisiones políticas oportunas para mitigar los efectos negativos de la crisis, permitió a algunos, sortear sus efectos de una mejor manera.

Sin embargo, el tema es más profundo y estructural de lo que se aprecia en la coyuntura.

Debemos preocuparnos mucho cuando vemos que lejos de disminuir como quisiéramos­: la pobreza, la concentración de la riqueza, la falta de oportunidades, la injusticia social; aún con altas tasas de crecimiento en la región, siguen ahogando a amplios estratos de nuestros pueblos e impiden tener perspectivas serias de alcanzar un desarrollo sustentable de nuestros países.

El desafío que se nos presenta es muy complejo. No sólo es angustiante e injusto que millones de personas no puedan acceder a una educación digna, servicios de salud de calidad, niveles adecuados de nutrición infantil; trabajo y vivienda, en fin, a lo que los socialdemócratas llamamos “EL MÍNIMO VITAL”; sino que también esta fuerte incapacidad del ESTADO de dar respuesta a estas problemáticas históricas, está erosionando aceleradamente nuestras democracias.

Ese es el problema de fondo, más allá de la crisis financiera, que es un elemento adicional dentro de una crisis sistémica, de valores, de deficiencias institucionales, de desregulación y agotamiento del modelo de economía de mercado como existe hoy.

Dado este estado de situación, dada la urgencia con que reclama nuestra acción, debemos preguntarnos: ¿Qué rol debe asumir el ESTADO, qué acciones debemos proponernos desde la POLÍTICA, desde la socialdemocracia, para revertir esta situación?

Esta es la pregunta que creo debemos hacernos y que hace referencia al tema que nos convoca: “Centroamérica después de la crisis: ¿volver a lo mismo o sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo?”

En cuanto al rol del Estado me permitiré citar la declaración del  congreso de la Internacional Socialista. Allí declaramos:

Hoy, en cambio, se renueva la convicción acerca de la importancia del Estado y de su papel en la sociedad actual. Se trata de REFORMAR ese Estado, para revitalizar  lo público en momentos del desafío de la búsqueda del crecimiento con equidad. Para ello se requiere, sin duda, un Estado renovado y activo, potente, ni más grande ni más oneroso que el actual y, por cierto, con una relación mas cercana con los ciudadanos”.

Regreso entonces a la pregunta motivadora de este panel: “¿Qué se aprendió de la crisis financiera global?”

Yo diría que como primera aproximación a una respuesta, aprendimos que la estructura del Estado burocrático, anquilosado, que tenemos hoy, en relación a la mega crisis sistémica – superior a la crisis financiera – como la he querido llamar, no estaría en capacidad de atender los problemas que se van acumulando y que retroalimentan la crisis estructural.

En consecuencia debemos REFORMAR al Estado y  rediseñar las reglas del juego social.

Quisiera precisar, NO se trata de reformar al Estado desde una concepción tecnocrática, sin tener en cuanta el fortalecimiento de las capacidades que le permitan aumentar su gobernabilidad para enfrentar un mundo cada vez más complejo y la crisis sistémica que nos presiona más de lo que suponemos.

Debemos repensar al Estado desde una visión que rescate el potencial trasformador de la POLÍTICA, debemos potenciarlo, capacitarlo, darle CAPACIDAD DE GOBIERNO para atender y resolver los históricos problemas que padecemos, en un contexto de globalización y crisis, que nos obliga a enfrentarnos a los nuevos retos que nos impone la realidad de hoy.

Necesitamos otro tipo de Estado.   El desafío que se nos presenta como líderes de la Socialdemocracia latinoamericana, es encontrar los caminos para llevar adelante estas acciones de reforma. Es encontrar el modo en que podamos revolucionar el aparato público para conseguir los resultados que legitimen y fortalezcan la democracia y a la vez, nos coloque en mejores condiciones para enfrentar la crisis sistémica que persiste.

Como propuesta superadora, proponemos ir hacia un Estado Coordinador.  Entendido como el Estado vigilante por delegación de los ciudadanos en demo­cracia. Un Estado que no tiene posiciones rígidas y su preocupación constante es el equilibrio so­cial por abolición de los extremos.  Conduce el cambio social hacia el norte que el colectivo social se propone. Impide que las tensiones y los conflictos superen el límite de la convivencia social. Orienta, evita los excesos y no produce excesos.

La clave del Estado coordinador, es su fortaleza en términos de CAPACIDAD DE GOBIERNO. Esta es la clave del futuro de la democra­cia y de la posibilidad de enfrentar la crisis sistémica que existe.

Permítaseme citar al economista chileno Carlos Matus, abro cita: Sin capacidad de gobierno, la democracia está en peligro. La mejor defensa de la democracia es su eficacia para producir resultados sociales satisfactorios para las mayorías. Pero ello exige renovar completamente el estilo de hacer política y el estilo de hacer gobierno”.

 “El desarrollo de las ciencias y técnicas de gobierno debe ayudar a ese cambio, antes que la democracia se desplome. El actual diseño del aparato público es incapaz de sostener el sistema democrático. El estilo dominante de hacer política aleja a la pobla­ción de los partidos y de la actividad pública, con un saldo de frus­tración. Es necesario revolucionar el aparato público y revolucio­nar el estilo de hacer política. Este último debe ser un arte más profesional, con mayor apoyo de las ciencias, y el aparato público debe afinarse, para ser una herramienta eficaz de la democracia”

En este punto debemos ser claros y precisos, la sociedad no soporta más “diagnósticos”, necesita respuestas concretas ¡Ya!, ¡Ahora! Debemos usar un lenguaje duro y claro en la propuesta. En primer lugar, sostengo que ESTADO y POLÍTICA, son dos elementos indefectiblemente interrelacionados, por lo que el repensar al Estado, requiere que, paralelamente, debamos REFORMAR EL ESTILO DE HACER POLÍTICA, debemos abandonar esta idea de los partidos como “clubes electorales”, como maquinarias de ganar elecciones, como expresiones mediáticas “mercantilistas”.

Debemos rescatar la idea de la POLÍTICA como eje de los procesos de transformación social, debemos reivindicar  los partidos políticos como lugares donde los sueños y las esperanzas encuentran respuesta.

Para ello sostengo tres líneas de acciones precisas y urgentes:

Primera:       Formación de dirigentes.

Segunda:    Centros de Pensamiento / Prospectiva.

Tercera:      Rediseño del Aparato Público.

Como una segunda aproximación a una respuesta a la pregunta: “¿Qué se aprendió de la crisis financiera global?”  Diría que, parece obvio que el modelo de economía que se sustenta en el consumo y la especulación financiera, se ha agotado.

Los altos déficits;  el endeudamiento; los problemas de competitividad en Estados Unidos, Europa y Japón, adicionado al aumento del precio del petróleo y de los alimentos, tienden a disminuir la actividad económica con el consiguiente aumento de los niveles de pobreza, y hacen que el fantasma de la crisis sistémica, siga rondando el mundo, proyectando sombras sobre las posibilidades de un desarrollo estable y sostenible para nuestros pueblos.

La región enfrenta un periodo de incertidumbre y dificultad.

En consecuencia, debemos incorporar al análisis que nos ocupa, elementos de racionalidad y regulación en el sistema, lo que implica una REFORMA y DEMOCRATIZACIÓN del CAPITALISMO.

Esto pasa necesariamente por una mayor regulación en la globalización  y  una propuesta económica para nuestros países, que propenda a apuntalar un sistema financiero robusto y regulado, con bajo endeudamiento privado y una deuda pública sana y líquida.

Paralelamente, también hemos aprendido que es necesaria una estricta regulación financiera y crear una red de bienestar que estabilice el consumo;

  • Leyes de salario mínimo y escala salarial en el marco de una “política salarial solidaria”, con desarrollo de la productividad, que impulse una reducción de la brecha salarial entre los diferentes trabajos;
  • Aplicación de una estricta política fiscal para controlar la demanda agregada, a través del superávit presupuestario y evitar así que los resultados de la “política salarial solidaria” sean absorbidos por la inflación;
  • Sostén a los sindicatos y formación a los trabajadores;
  • Hipotecas de bajo coste y préstamos blandos para los estudiantes.

La política fiscal, debe desempeñar un papel mucho más efectivo. No pequeños ajustes ocasionales sino una presencia positiva y permanente para contrarrestar, guiar y servir de suplemento al propósito del desarrollo con equidad. Se deben conjurar los comportamientos económicos de riesgo.

Me he permitido poner a su consideración algunas líneas de acción concretas para que las reflexiones sobre la situación Latinoamericana que hemos escuchado, no queden solo en el discurso y puedan pasar al plano de la acción. El fin último es que juntos encontremos los caminos y herramientas que nos permitan fortalecer a la Política, y a la democracia, en su capacidad de dar respuesta a los complejos, urgentes y persistentes PROBLEMAS que padecen las grandes mayorías latinoamericanas.

A la política y a los políticos, junto a nuestras sociedades y a todos los actores sociales,  nos corresponde ocupar, cada uno desde su ubicación en los espacios de producción social, nuestro papel como sujetos activos para la transformación de la realidad, interviniendo para evitar la profundización de la crisis sistémica estructural en acto, que implica riesgos para la democracia y mayores penurias y dificultades para los estratos más débiles de la sociedad.

Muchas gracias.

Benjamín Colamarco Patiño

San José, Costa Rica, 29 de marzo de 2011

Pongamos fin a la Política Tradicional

 

El Partido Revolucionario Democrático debe resolver el atraso de la teoría que sustenta el diseño de los sistemas sociales y rediseñarlos en la trayectoria de su proceso de evolución y desarrollo. Esto implica el diseño de las condiciones objetivas que hagan posible intervenir en la realidad política para transformarla y terminar con la forma en que durante los últimos años se ha hecho “política” en nuestro país.

Hay mucho más espacio para las ciencias, si aprendemos a teorizar sobre la práctica, sentenció Carlos Matus. Debemos hacer una propuesta coherente y profunda, que nos permita poner fin a lo que hemos visto hasta hoy y durante los últimos 20 años como “política tradicional”.  Veo, un proceso degenerativo que durante estos años nos ha llevado a desdibujar la razón de ser de la verdadera esencia de la política y de los partidos, con la preeminencia de intereses particulares, sectarismo y objetivos utilitaristas por encima de las grandes metas de largo plazo de la Nación panameña.

El político del futuro tiene que ser más profesional, debe formarse con una visión trans-disciplinaria (horizontal), que tenga claridad en el proyecto y en la dirección y orientación de la conducción del juego social cada día, evaluando y corrigiendo sus resultados. Debe conocer y entrenarse en el manejo de las herramientas, las ciencias y los métodos de gobierno. Debe tener la capacidad de ver más allá de los caminos conocidos y adelantarse a su época, debe ser un creador de caminos, al mismo tiempo que debe innovar y aprender de la realidad, con capacidad para examinar las reglas del juego social y rediseñarlas.

O le ponemos fin a la “politiquería”, al clientelismo y a la manipulación, reivindicando los conceptos altruistas y nobles de la POLÍTICA con mayúscula y formamos al NUEVO SER POLÍTICO, o la DEMOCRACIA no sobrevivirá conducida por los “brujos” y los “mercaderes” de la micro – política.

  Estoy convencido que los Torrijistas hoy, vamos a colocarnos a la altura de las responsabilidades históricas que debemos asumir, haciéndonos de esa capacidad de ver más allá de los caminos conocidos y adelantarnos a nuestra época. Si no usamos nuestra sabiduría y experiencia para crear esos nuevos caminos y transformaciones positivas, si no tenemos la capacidad de crear nuevas vías que nos conduzcan a la renovación y a una ulterior democratización de las estructuras del poder económico, social y político, seremos parte del problema y no lograremos ser parte de la solución.

No podemos pensar en atender los problemas y desafíos del Siglo XXI con las herramientas y conocimientos del siglo pasado. Si queremos hacer realidad, en las circunstancias de hoy, el sueño de UN SOLO PANAMÁ, integrado económica y socialmente, bajo el pabellón nacional, una vez resuelta la contradicción histórica Estado / Colonia, con la recuperación de nuestra plena integridad territorial el 31 de diciembre de 1999; no alcanzan nuestras prácticas de hace 20 años. Debemos ser capaces de estar a la altura del desafío, capacitándonos, actualizándonos y revitalizando las prácticas de nuestro partido.

Hoy más que nunca, esa es nuestra responsabilidad como militantes e integrantes de un partido que tiene entre sus objetivos la Justicia Social, la Equidad, la Igualdad, la Libertad y la Solidaridad. Ese ha sido nuestro sueño, un sueño que ha sido capaz de construir materia en el tiempo, un sueño que no puede desdibujarse y menos desvanecerse ante las circunstancias que vivimos dentro de una sociedad de contradicciones, conflictos, pragmatismo individualista y oportunismos, todo agravado por la ausencia de cultura política.

Apeguémonos a la letra y al espíritu de nuestra Declaración de Principios y al cumplimiento de los deberes de los militantes. Debemos, en esa línea de pensamiento, fortalecer a lo interno del PRD, un mayor compromiso e identidad con las ideas generales que nos UNIFICAN, que además son trazadoras de la direccionalidad de nuestro accionar en la sociedad. Nuestros documentos fundamentales, vale decir: Antecedentes Históricos; Declaración de Principios; Programa y Estatuto, son nuestros puntos de referencia y sintetizan nuestro análisis del presente y la acumulación histórica que recogemos; nuestra visión de país posible, necesario y deseable hacia el futuro y la organización y el método para conseguirlo.

Siendo esto así, los Torrijistas compartimos una concepción ideológica, un proyecto político con luces largas, delineado en el Programa, entendido como la propuesta de medios y objetivos que posibilitan el cambio hacia la situación esperada en procura del bien común, transformando la realidad para la gente, y un conjunto de valores y principios que deben ser el andamiaje que sustenta la unidad de todos en el Partido.

Allí radica la verdadera UNIDAD, aquella que trasciende el discurso vacuo o la retórica de coyuntura y se materializa en los propósitos compartidos y los objetivos comunes.

Algunos piensan que no es momento de hablar de valores, de ideología, de principios, de programas, de la formación integral del militante y mucho menos de nuestro compromiso de rescatar la dimensión ética de la acción política. Dicen que eso no lo entiende nadie, que es filosofía abstracta que no genera adhesiones. Conceptuamos que están equivocados, no puede haber práctica sin teoría, ni puede haber real transformación de la realidad para la gente, en la correcta  dirección, sin ideología y programa. Nos resistimos a que el PRD, que nuestro glorioso partido, termine convertido, como muchos partidos políticos de nuestro país, en un simple club electoral. En una agrupación que sólo vaya por los votos cada cinco años, promocionándose mediáticamente como si se fueran a vender latas en un supermercado, desenfocado de los problemas y las expectativas de la gente, ese es el riesgo que corremos si no reivindicamos la esencia de la política y la capacidad de reorientar a la sociedad.

En el año 2001, en el Congreso Extraordinario programático del PRD, adquirimos el compromiso de trazar el camino para construir durante el primer cuarto del siglo 21, una mejor sociedad, una sociedad ideal, coherente con esos valores, ideología y principios que nos identifican y nos unen.

No traicionemos nuestras convicciones e ideales, construyamos juntos la agenda del NUEVO SER POLÍTICO y de la UNIDAD. Debemos perseverar y perseguir nuestros sueños y los anhelos compartidos con todo un pueblo. Ese esfuerzo tiene solo un sentido ético y moral: construir una sociedad de oportunidades; una sociedad materialmente más equitativa, políticamente más democrática, socialmente más justa, y sobre todo una Patria soberana.

Ciertamente, bajo el imperio de la democracia, la capacidad de diálogo y de búsqueda de consensos no son factores accesorios, son elementos indispensables para la estabilidad, la previsibilidad, el fortalecimiento y la sostenibilidad institucional.

En un sistema democrático, la posibilidad de administrar las diferencias plantea un requisito básico: la necesidad de que los actores políticos, económicos y sociales reconozcan y respeten la existencia de otros intereses, demandas y concepciones diferentes. Recordemos que toda estructura social y política se consolida en virtud de la operación de controles sociales, por la existencia de normas, reglas y pautas que regulan la interacción de los individuos y grupos, con las tolerancias democráticas necesarias sin descuidar la preservación del orden y la disciplina. Desde nuestra perspectiva, sólo el diálogo tolerante, fluido, racional, responsable y permanente, permite que la democracia se convierta en un sistema eficiente y que los proyectos de largo aliento, de largo plazo, adquieran el carácter y dimensión de auténticas políticas de Estado.

Por eso, antes que desgastarnos en contestar a quienes torpedean desde los medios de comunicación, abonando en la dirección de quienes pretenden ver al PRD en desbandada, preferimos hacer propuestas, análisis y críticas constructivas en las instancias orgánicas internas, como lo manda el Estatuto. Debemos esbozar entre todos, desde la institucionalidad del Partido, una alternativa para mejorar la calidad del juego político. Y, mejorar la calidad del juego político, es mejorar las capacidades de nuestro partido para hacer realidad sus propuestas y programa de largo plazo.

PARTIDO POLÍTICO VS CLUB ELECTORAL

Entonces ¿Qué diferencia un verdadero partido político de un simple club electoral? Dos cuestiones tan obvias como ausentes del juego de la micro política, de la politiquería del clientelismo y de las prebendas.

La primera diferencia es que un verdadero partido político con vocación de transformación de la realidad en favor de la gente, debe contar con un CENTRO DE PENSAMIENTO («Think Tank»). Centro de Pensamiento que permita pensar el Panamá del 2021, el Panamá de los 200 años de nuestra independencia de España. Un Centro de Pensamiento que cuente con equipos de trabajo pensando en los problemas de Panamá, los problemas de hoy y los nuevos problemas que se presenten en el camino.

Para eso deben servir los partidos políticos: para recibir y canalizar inquietudes y trabajar en propuestas con una direccionalidad. Eso es pensar en el Panamá del mañana, en el Panamá que heredarán nuestros hijos.

¿Y cuál es la otra diferencia entre un club electoral y un partido político que transforma la realidad? La segunda diferencia tiene que ver con la capacidad del partido de ser un verdadero formador de futuros gobernantes en las ciencias y métodos de gobierno.

Necesitamos buenos técnicos pero con sensibilidad política y compromiso social. Necesitamos buenos políticos, pero con capacidad de entender y enfrentar los problemas técnicos del Estado. Necesitamos, en definitiva, formar una dirigencia que permita integrar equipos de trabajo con pensamiento técnico – político; con balance tecnopolítico.

GOBERNAR ES UN ARTE

En este sentido algunos piensan que el arte de gobernar puede reducirse a una disciplina del conocimiento. Que por ser un buen médico se es un buen Ministro de Salud; que por ser un buen economista se es un buen Ministro de Economía. Piensan que un título universitario basta para enfrentar los problemas de gestión de gobierno. Lo decimos por experiencia: No basta, es una fantasía simplificadora y tecnocrática. Gobernar es un ARTE, un arte con mayúscula.

Pero también les decimos que si bien el gobernar es un arte, hoy día no existe ninguna expresión artística sin un riguroso entrenamiento. No podríamos disfrutar del arte de cantantes, bailarines o deportistas, si éstos no se entrenasen para sostener y potenciar sus cualidades innatas.

No podríamos sentir el orgullo de contar con un deportista de la calidad de Irving Saladino, uno de nuestros mejores deportistas de la actualidad, que con seguridad tiene una condición natural, una condición innata que lo hace tener toda la potencialidad para triunfar; si el no se entrena, se forma, se esfuerza con constancia, para explotar toda su capacidad y transformarla en resultados concretos, medibles y verificables.

Cómo podemos pensar que la política, con la responsabilidad de administrar los recursos públicos y con los desafíos que impone la tecnología y las formas de producción del siglo XXI, puede administrarse improvisadamente, sin formarse en el manejo de las cuestiones públicas. No nos malinterpreten, no nos referimos a una escuela de administradores públicos.

Pensamos que gobernar es la capacidad de transformar la realidad y la realidad social impone conocimientos a los que las disciplinas de la universidad no responden y no hablamos tampoco de estructurar una escuela de formación interdisciplinaria. Hablamos de formar dirigentes políticos con un pensamiento transdisciplinario, capaz de enfrentar los problemas sociales que no reconocen criterios de eficacia únicos: ¿Dónde aprendemos a enfrentar e intercambiar los problemas ambientales con los económicos? ¿Los económicos con los sociales? ¿El crecimiento económico y los índices de precios al consumidor? ¿Y las complejidades de la gestión local y la organización comunitaria con el centralismo? ¿Cómo tomamos decisiones cuando están en juego valores como la libertad, la dignidad y la igualdad?

CENTRO DE PENSAMIENTO, ESCUELA DE GOBIERNO Y

ESCUELA DE CUADROS

Debemos ser capaces de institucionalizar en el PRD, con sentido moderno, una poderosa ESCUELA DE GOBIERNO, que forme a nuestros militantes Torrijistas como futuros gobernantes; que no aprendan en la misma práctica, sino que se preparen de antemano para llevar las ideas a la acción, pero respetando los principios y valores que expone y defiende nuestra propuesta política, nuestro programa de largo plazo, el de las «Luces Largas» como decía Ornar Torrijos.

Por eso, sostenemos que las ideas son muy importantes, que las estrategias son fundamentales, pero debemos ser conscientes de que hay que planificar para llevar las buenas ideas al terreno de la acción concreta.

Por último queremos decirles que no basta un CENTRO DE PENSAMIENTO para el Panamá del 2021; no basta con una ESCUELA DE GOBIERNO, debemos insistir en la FORMACIÓN DE CUADROS POLÍTICOS; debemos rescatar la idea de la política como el actor principal de la transformación social.

Debemos volver a la política, reivindicar las virtualidades de la esencia misma de la política como noble tarea, no tengamos vergüenza de una práctica altruista, expulsemos a los «mercaderes» de la política. Atraigamos a los jóvenes a la preocupación por los asuntos públicos, luchemos contra el individualismo, la falta de esperanza, la pérdida de valores y la «MUERTE DE LAS IDEOLOGÍAS».

EL PRD: SOCIALDEMÓCRATA Y TORRIJISTA

Nosotros tenemos una firme convicción ideológica SOCIALDEMÓCRATA y TORRITISTA que promueve el pluralismo y el desarrollo humano, incluyente, integral, participativo y sostenible, en beneficio de todos los sectores sociales, especialmente de los menos favorecidos.

Luchamos por un orden social donde impere la democracia política, la democracia social y la democracia económica.

Nuestro partido debe encontramos hoy unidos para fomentar, mediante nuestros esfuerzos conjuntos y visión compartida, el interés nacional, basándonos en un Torrijismo de avanzada y en esos principios que nos identifican, que se articulan en nuestro Programa de largo plazo. Consolidemos hoy la organización partidaria, la disciplina y el trabajo en equipo, ampliando paralelamente los espacios de participación organizada de los militantes desde la base, en los procesos decisorios, para la ejecución de nuestra plataforma política, reconstruyendo una opción de poder desde la oposición democrática. Esto pasa por el indispensable fortalecimiento institucional del PRD.

En la coyuntura, se nos abre la oportunidad de definir la mejor manera de organizar el futuro.

Debemos acelerar la puesta en vigencia las estructuras partidarias intermedias y de base, consignadas en nuestro Estatuto y promover la organización en todos los corregimientos de las ESTRUCTURAS DE TRABAJO COMUNITARIO (ETC) de manera capilar (art. 147, 148, 149, 150).

Es preciso que las COMISIONES ESPECIALES consignadas en el Capítulo X, artículos 65; 66; 67 y 68 del Estatuto del PRD vigente, hagan los análisis sectoriales y propongan alternativas de solución a los graves problemas e iniquidades que sufre nuestro país, jugando el papel que le corresponde como organismo auxiliar en la definición de las políticas del partido hacia la sociedad.

Pero no hay posibilidad de cohesión institucional y consolidación de las adhesiones a la propuesta del Partido, si no estructuramos e institucionalizamos a nivel nacional, en todas las Áreas de Organización, la ESCUELA TORRIJISTA DE FORMACIÓN POLÍTICA Y GOBIERNO “Ascanio Villaláz”  del PRD.

Tenemos la convicción de nuestra voluntad de acción en la dirección de los objetivos estratégicos que compartimos los Torrijistas de ayer, hoy y mañana, la acumulación que garantiza certeza de lo que hacemos y la capacidad de aportar todo nuestro esfuerzo y experiencia, en la correcta dirección histórica demandada por nuestra membresía militante.

Dr. Benjamín Colamarco Patiño

Panamá, 11 de marzo  de 2011.

 

¿Por qué una escuela de Gobierno? Gobernantes a la Escuela

La EDUCACIÓN y la CULTURA son dos temas en el tapete de la sociedad desde hace ya demasiado tiempo. Sin embargo, como recientemente dijera el Presidente Mujica de Uruguay,  una cosa es la retórica de la educación y otra cosa es que nos decidamos a hacer los sacrificios que implica lanzar un gran esfuerzo (reforma, rediseño) educativo y sostenerlo en el tiempo.

Los gobernantes son victimas de la misma escuela que ellos no han podido renovar.

Cuando niños sufrieron el “amaestramiento” de la escuela tradicional: transmisión atosigante y autoritaria de conocimientos, a veces obsoletos, raciocinio determinístico, teorías en abstracto con olvido de la teorización sobre la realidad,  excesivo respeto por los paradigmas vigentes, privilegio de lo cuantitativo sobre lo cualitativo e identificación de ciencia con los modelos bien estructurados con variables medibles.

No le enseñaron a aprender, sino a aprender lo que le enseñaron. La escuela básica desaprovecha el potencial de inteligencia, creatividad y personalidad que encierra una mente joven y vigorosa, llena de interrogantes sobre el mundo.

 El pensador chileno, Carlos Matus, desde su síntesis de lo que llamó: “Una Teoría para la Acción”, explica que cuando el futuro gobernante ingresa a la universidad, encuentra allí una fábrica de profesionales “departamentalizados” en facultades, con una visión vertical a propósito de la especialidad que estudia.

En la universidad, recibe una carga de unidimensionalidad tecnocrática que no puede criticar. Pero los departamentos de la universidad no existen en la práctica que se desarrolla sobre espacios de producción social que son dinámicos, complejos, contradictorios  e inciertos y los PROBLEMAS de la práctica social no están en la universidad.

La medicina, la economía, la biología, la ingeniería, la arquitectura, las disciplinas jurídicas aportan conocimientos parciales que el gobernante debe aplicar a problemas de salud, económicos, educativos, organizativos, de regulación social, de gerencia pública, de conducción política, de diseño urbano, etc. Y estos problemas cruzan todos los departamentos de la universidad, son multidepartamentales y transversales.

En esa práctica profesional se gesta el primer choque entre el capital cognitivo del dirigente y los problemas con que debe lidiar en la práctica política y de gobierno.

El partido político completa su formación.

Allí debe abordar o eludir problemas para los cuales no está preparado.

Allí recibe el impacto de una práctica signada por la competencia electoral y los pequeños intereses. En el partido nadie lo prepara para gobernar.

Pero, es ahí donde refuerza su ego y su individualismo, aprende a atacar y defenderse, y, en algunos casos, a usar a la gente para sus propios objetivos.

En la práctica partidaria, crea su círculo de amigos que mas tarde serán sus “guarda puentes” de acceso a su gabinete.

Algunos distinguen entre su aspiración personal y el proyecto para su país. Otros refuerzan su proyecto personal y se olvidan de sus ideales de juventud, o abjuran del proyecto político al cual adhirieron en su momento. Concentran su atención en lo táctico personal haciendo énfasis en lo electoral, descuidando lo estratégico programático.

El 90% de los dirigentes políticos pasan por la universidad y complementan su “formación” en los partidos políticos, a través de su militancia y en el contacto con los medios de comunicación.

Con esa formación parcial, muchas veces distorsionada, ajena a la utilización de métodos de procesamiento científicos por problemas (horizontales), el político asciende a las posiciones de gobierno.

En el gobierno debe enfrentar problemas que no se ajustan a los modelos aprendidos en la escuela formal y en su práctica política: 

  • Tiene que dirigir organizaciones públicas, diseñarlas o remodelarlas.
  • Tiene que orientar y regular la economía, y para ello no basta la formación del economista sin dominio de la POLÍTICA.
  • Tiene que regir la salud pública aun cuando la formación del médico esté muy lejos de capacitarlo para ello. Un ministerio es algo muy distinto que una sala de cirugía.
  • Tiene que hacer procesamiento tecnopolítico de los problemas y decisiones, pero su formación separa brutalmente la técnica de la política y la gestión.

Trata desesperadamente de aplicar sus conocimientos profesionales y su experiencia política, pero ambas son como dos partes irreconciliables de su vida.

Cree que la experiencia política es suficiente para complementar su formación universitaria.

En el comando del gobierno siente o intuye que hay una enorme distancia entre lo que debe y puede hacer. Y frente a ese dilema, con “sentido práctico”, renuncia al debe ser y se conforma con el puede ser, que es muy poco.

Si está inconforme, entonces culpa a otros de esa brecha entre proyecto y realizaciones. Culpa a la burocracia, al simplismo del ciudadano común que no comprende sus esfuerzos, a los medios de comunicación que silencian su obra, y a la herencia de problemas que hereda y que dice conocer solo ahora en su real magnitud.

Cree que está maniatado por las circunstancias y no por su capacidad insuficiente.  Esta baja capacidad para gobernar se combina con la soberbia y la sordera, multiplicadas por la posición de poder que lo hace superior.

Jamás se le ocurre pensar que su agenda está mal organizada, que no tiene soporte de procesamiento tecnopolítico, que su equipo de planificación es muy poco práctico, tecnocrático y deficiente, que no dispone de equipos preparados para reorganizar, rediseñar y modernizar el aparato público que lo aprisiona con su fricción burocrática, que no sabe cobrar cuentas por desempeño, aunque exige a gritos  el cumplimiento de metas aisladas y mal procesadas, que no sabe distribuir responsabilidades y gobernabilidad y concentra todo en sus manos porque cree que las deficiencias están abajo y no incluso en la alta dirección del gobierno.

Como no sabe que no sabe, menosprecia el entrenamiento. Ya no lee ni estudia. No tiene tiempo para pensar y estudiar porque está muy ocupado con cosas menores que él mismo centraliza y resuelve una a una, porque no sabe resolverlas en serie mediante reingeniería pública y con el rediseño de las reglas del juego social, incluyendo las que corresponden a su propia oficina.

Si alguien le dijera que debe entrenarse en Ciencias y Técnicas de Gobierno se reiría a gritos. ¿Quien podría enseñarle algo nuevo e interesante, si ya sabe todo por experiencia?

En contraste, las informaciones dicen que Margaret Tatcher, siendo Primer Ministro, asistió a seminarios sobre manejo de crisis. No tuvo miedo ni soberbia para aprender. Tampoco alegó falta de tiempo.

Por otra parte: ¿Qué le ofrece la universidad al gobernante capaz de hacerse esta autocrítica?

¿Existe alguna Escuela de Gobierno en nuestros países con una oferta de conocimientos que interese a los políticos y los gobernantes?

La universidad está de espaldas a los problemas del gobernante y del gobierno en dos sentidos:

  1. Su oferta de enseñanza es inapropiada para el dirigente público;
  2. Casi no realiza investigaciones por problemas que estén en el centro de la agenda de la sociedad y del gobernante.

Yo creo que los políticos y los gobernantes debemos ir a la escuela. Mi creencia significa exactamente respeto por la función política y los partidos políticos.

De otro modo ¿cómo se consolidará la democracia y ascenderá a niveles superiores?

Pero, ¿a cuál escuela irían? La respuesta es obvia: América Latina requiere, al menos, una Escuela de Gobierno. Una de alta excelencia. Hay que crearla. Yo quisiera ser alumno de esa escuela.

No se trata de una escuela para formar líderes ni formar presidentes. Ello es imposible.

Se trata de un centro de post-grado (con sentido transdisciplinario) donde los dirigentes y profesionales que sientan la vocación de la política y del servicio público se preparen para ese llamado potencial.

El líder se “forma” en la práctica y lo nombra y selecciona el sistema democrático. La escuela de gobierno será su apoyo (le entregará herramientas, ciencia y métodos), no su medio de selección.

Panamá puede encabezar esta renovación y constituirse en el caso pionero de una nueva generación de gobernantes.

Panamá lo necesita y el PRD como partido político de avanzada, puede ser el precursor de este esfuerzo.

BENJAMÍN CLAMARCO PATIÑO

Panamá, 16 de diciembre de 2010

BCP/