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NO HAY PRÁCTICA POLÍTICA SIN IDEOLOGÍA

Estoy más que convencido que lo único que puede darle sustento y anclaje a la Política, es la ideología… no puede haber una buena praxis sin una sólida teoría que la sostenga,… no podemos pretender intervenir la realidad para transformarla, sin una clara base filosófica… pienso que esta es la gran debilidad, y una de las causas de lo que nos está ocurriendo como propuesta política de Gobierno…

Debemos revisar el modo en que la mentalidad pragmática, individualista e inmediatista que caracteriza la «sociedad líquida» (ver Z Bauman) de estos tiempos, cambia, corrige el rumbo, y esto empieza por nosotros mismos… recuperar la decencia, la disciplina y el decoro,  bajo la orientación ideológica que abrazamos al militar en el PRD: el ideario Torrijista y los postulados programáticos de la Socialdemocracia… en fin, fortalecer nuestras raíces, y el compromiso con el bien común, que se alcanza a través de la justicia social… la solidaridad, en pos de la equidad y de la ampliación de las oportunidades en el seno de la sociedad !

Benjamín Colamarco Patiño

«HISTORIA, TORRIJISMO Y NUEVO PACTO SOCIAL»

por *Benjamín Colamarco Patiño

 

El mundo está viviendo un período pandémico de desconcierto, zarandeado por el temor y la incertidumbre… Hay preocupación y cierto desaliento.

 

Vivimos una situación inédita para nosotros. La complejidad y la vertiginosidad de los cambios, nos sorprenden y por momentos pareciera que nos desenfocamos de los objetivos superiores que deben marcar el devenir patrio.

Durante el período de la negociación de los Tratados Torrijos – Carter, hubo momentos de tensión, descocierto y frustraciones, pero con el liderazgo del General Torrijos, se pudo mantener el rumbo y enfrentar las dificultades, con trabajo y perseverancia.

La conducción política y la capacidad de organización desde la base, permitió alinear esfuerzos y construir acuerdos nacionales básicos que rindieron sus frutos, superando la adversidad, hasta llegar a aquel 7 de septiembre de 1977, que marcó el inicio del fin de la presencia colonial extranjera en nuestro suelo.

 

Hoy en una época distinta, en medio de una tragedia humanitaria global, con nuevos desafíos, nuestro Partido Revolucionario Democrático, debe jugar el papel que le corresponde en la coyuntura, debemos renovarnos y recuperar nuestro aliento, nuestro entusiasmo, como lo hacíamos en nuestros años de lucha y fervor patriótico.

 

No podemos olvidar para qué fuimos creados por Omar Torrijos y el Proceso Revolucionario, que un día lo hizo GRANDE y distribuidor de esperanzas (¡¡!!) No nacimos para hacer como los otros, sino para actuar de forma diferente (¡¡!!).

 

Sin lugar a dudas el PRD ha contribuido al crecimiento y desarrollo de este país, al cual colocó en la órbita del concierto de las naciones libres, independientes y soberanas.

 

Hoy, debemos recuperar los vínculos con la sociedad, con los trabajadores, con los profesionales, con los productores, con los campesinos, con las mujeres, con los jóvenes que fueron un día el corazón vivo del Partido (¡¡!!)

 

Tenemos un gran reto por delante… tenemos una travesía por el “desierto” como Moisés… El “desierto” desde aquella narración bíblica, ha sido siempre símbolo de un pasaje de purificación ante las dificultades, para volver a encontrarse uno mismo.

 

Para el bien del país y de la República, es vital que el Partido en el que habían confiado y confían aún cientos de miles de panameños y que ha sido ejemplo de un modo distinto de hacer política, entregado de lleno a las batallas por la soberanía y la dignidad, aprovechemos para reflexionar y emprender la travesía para replantear nuestra visión y poder resurgir con nuestros valores e ideología, para poder contribuir no solo a regenerar la Política, sino a hacer de nuevo soñar con ella a los jóvenes y a todo un pueblo sediento de esperanzas.

 

En la Política estamos atrasados, seguimos con los métodos del siglo XX, que fueron buenos en esa época, pero que no se compaginan con la realidad actual.

 

Omar Torrijos dijo que había que saber conjugar las luces altas, con las luces bajas, con esto hacía una explicación sencilla de la diferencia entre lo estratégico y lo táctico. Desde esa perspectiva, debemos saber hoy discernir entre los objetivos estratégicos y los tácticos, y no confundirnos.

 

Lo ESTRATÉGICO es Gobernar el país en función de lo que ha claramente indicado el Presidente Cortizo: «derribar la VI ta. frontera», la de la pobreza y la desigualdad; ampliar las oportunidades  en pos de la justicia social y el crecimiento equitativo; con la educación, la innovación, la tecnología y la cultura como pivotes de la transformación de la realidad.

 

Lo táctico es la organización capilar de la sociedad, desde las comunidades, para enfrentar el covid-19, materializar el equilibrio entre la salud pública – lo social – la economía;  a la vez que se propician acuerdos y encuentros; innovar en las comunicaciones y salir adelante en unidad.

 

Al final, hay momentos para todo; lo estratégico es gobernar bien (Buen Gobierno), no podemos caer en el «tacticismo» de adelantar inoportunamente, los tiempos electorales.

 

Debemos entender y separar muy bien los momentos… Y el Partido debe ajustarse a ello.

 

El Torrijismo sobrevivirá conservando los principios, valores y objetivos de siempre, pero cambiando los instrumentos, la mentalidad y métodos de aplicación a una nueva realidad.

 

Debemos recuperar nuestro pulso modernizador, debemos dinamizar nuestro accionar desde las comunidades, construyendo poder desde la base.

 

Vamos a actualizar los logros sociales, tenemos que renovar el “contrato social”… Un Tratado que genere las bases de un » Nuevo Panamá», un orden nuevo, como se logró aquel histórico 7 de septiembre de 1977, con la firma de los Tratados Torrijos – Carter.

 

*El autor es economista, ex Ministro de Estado, ex Vicepresidente del PRD.

 

Panamá, 7 de septiembre de 2020

 

www.benjamincolamarco.com

“SIN PARTIDOS POLÍTICOS NO HAY DEMOCRACIA”

Toda estructura social y política, se mantiene en virtud de la operación de controles sociales, es decir, por la existencia de normas, reglas y pautas institucionales que regulan y rigen la interacción de los individuos, ciudadanos, organizaciones y grupos.

La idea que pueda existir una democracia sin partidos es equivocada.

El Constitucionalista Hans Kelsen, sentenció: “Sólo por ofuscación o dolo puede sostenerse la posibilidad de la democracia sin partidos políticos. La democracia, necesaria e inevitablemente requiere un Estado de Partidos”.

Por otro lado, Posada opina que: “Los partidos son instrumentos necesarios en el mecanismo del régimen constitucional, hasta el punto de que ciertas anormalidades, dificultades y crisis del régimen representativo constitucional, son la consecuencia de la debilitación de los partidos”.

Los Partidos Políticos son concurrentes en la formación de la voluntad popular, y su misión y esencia consiste en agrupar a los afines en ideas, opiniones y doctrina; esa afinidad ha de ser ante todo, sobre principios generales y fundamentales.

Por medio de los Partidos Políticos, los individuos subordinan pequeñas diferencias de opinión y se solidarizan en cuestiones de interés vital.

Los ciudadanos que actúan políticamente de manera aislada y por su propia cuenta, muy poco es lo que pueden influir en la solución de los problemas del Estado.

Todo Partido Político debe tener ideología, principios, valores, identidad, finalidad, visión de totalidad, estructura interna y metodología propia.

La finalidad de un Partido Político es alcanzar el ejercicio del poder público, mediante su acceso al gobierno, vale decir, estar en condiciones de decidir sobre el Estado y su relación con la sociedad, y establecer desde una base ideológica – programática, la visión de país que sea orientadora de la acción gubernamental.

Una visión de totalidad permite a los Partidos Políticos ubicar su interrelación con los diferentes grupos políticos y sociales y entender o descifrar los elementos que lo acercan a unos y los que pudiesen alejarlos de otros, considerando las circunstancias, la coyuntura y las características del contexto.

La metodología propia de un Partido Político se refleja en el diseño de la estrategia a seguir para alcanzar el poder, en la formulación de los planes de acción y visión programática en función de la correlación de fuerzas.

Los Partidos Políticos generan un sentido de pertenencia y garantizan la existencia de un hilo conductor cuya ausencia negaría su propia condición.

Tendría que precisar que la razón de ser de un Partido Político no se limita a la consecución del poder público, sino que se centra en la motivación que lo impulsa a obtenerlo o alcanzarlo; podríamos decir entonces que un Partido Político alcanza su plenitud cuando posee el poder necesario para mantener, reformar o transformar el Estado.

El PRD como partido progresista y reformista, propone siempre construir un sistema mejor y más eficiente, más colaborativo, con el impulso de importantes reformas para volverlo más funcional,  más participativo, que le permita manejar de mejor manera la conflictividad social y política y responder a los retos que plantea la sociedad a través de los diversos grupos, gremios, sindicatos y organizaciones que en ella se desenvuelven. Para nosotros se trata en fin de lograr una mejor sociedad, más inclusiva, con mayores oportunidades: materialmente más equitativa, socialmente más justa y ambientalmente más sostenible.

Debemos entender y asumir que el acceso al poder es transitorio y que los que un día somos gobierno, al otro podemos ser oposición. El reconocimiento de este hecho como una característica inherente al proceso político democrático, obliga a los diferentes actores a someterse a un proceso de rendición de cuentas, práctica pluralista y tolerante y conducta pública abierta y eficiente, para ampliar el margen de legitimidad ante la ciudadanía. También el reconocimiento de que la oposición forma parte de la solución de los problemas, obliga a ampliar los márgenes de inclusión.

Ser un Partido de oposición es ser capaces de fiscalizar la gestión pública; señalar lo que está mal, formular lo que puede ser una solución y estar dispuesto a debatirla, en un marco de tolerancia y respeto a las diferencias, aunque firmes en las posiciones de principio.

El reto más grande que se plantea en la actualidad a los Partidos, gira en torno a la capacidad del Estado para responder con eficiencia a las principales demandas de la ciudadanía, garantizar la gobernabilidad democrática, neutralizar el desencanto político, e impedir por la vía del consenso, que la conflictividad social y política se convierta en una innecesaria confrontación que no haría más que generar inestabilidad.

Ahora bien, las facciones políticas agrupadas en torno a otros intereses, NO mancomunados por la afinidad ideológica, de opiniones y doctrina, son especies degeneradas de partidos políticos. Y la presencia de estas agrupaciones, de carácter personalista o surgidas en virtud de intereses inferiores, ha contribuido a desfigurar, desprestigiándolo, el concepto de Partido.

El mal no está en la institución de los Partidos en sí, sino en la aparición de especies degeneradas y espurias de éstos, o en la presencia en los mismos de algunos individuos con una baja formación política, carentes de valores éticos y fundamento moral.

Resulta inadmisible la existencia de partidos políticos basados únicamente en la comunidad de intereses económicos privados o en simples lazos de parentesco o de amistad personal.

Estas desviaciones que desdibujan la figura de los partidos, acelerando su devaluación política, promueven la aparición de fenómenos sociales degenerativos, que a la postre afectan o agravan la percepción que le carga a los partidos las culpas del deterioro de la vida política nacional.

La pérdida de credibilidad producto de la debilitación de los partidos, puede atomizar las fuerzas políticas y sociales y llevar a un pluripartidismo desquiciante en el que no se logra una coalición mayoritaria cuyo resultado sería la paralización de la acción de Gobierno, el vacío de poder, la carencia de un proyecto definido y un proceso legislativo fragmentado y caótico.

Benjamín Colamarco Patiño

Panamá, mayo de 2018